Ha pasado un año de la erupción y el volcán de La Palma se muestra imponente como una gran herida. En este tiempo la vida ha seguido, pero para muchos no es la misma vida de antes. Todavía no hay vivienda para todos los afectados, no han llegado todas las ayudas; las máquinas y decenas de trabajadores se afanan para acondicionar una carretera que han abierto entre la lava para evitar el colapso económico de la isla.
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